¡Hola a todos!

Bienvenidos al segundo episodio de nuestro diario de startups. ¿De dónde surgió realmente Feral? ¿De artículos de revistas? ¿De informes de tendencias? ¿De visiones estratégicas con planes de negocio?
No precisamente.

Surgió de una crisis. La infame crisis de los treinta y tantos. La mía llegó a los 32.

Breve resumen de mi vida hasta entonces:

• Maravillosa infancia en la montaña, patinaje sobre hielo incluido.
• Universidad en Milán, luego Vancouver, Barcelona, París
• Primer trabajo: consultoría de negocios. Palabras de moda molestas como "Panorama general" y "¿Y qué?". Presentaciones de PowerPoint a las 2 de la madrugada: "Perdona que no pueda ir a tu cumpleaños, tengo que salvar el mundo con mi hoja de cálculo de Excel". Aun así, si no te vuelve completamente loco, es una experiencia de aprendizaje inigualable.
• Luego, un cambio → Me mudo a Alpro, en Flandes. Ya sabes, ciclistas, cerveza trapense, chocolate. Un país precioso. Pero llueve a todas horas, las cenas con amigos hay que reservarlas con meses de antelación, como si fuera una operación, y están obsesionados con la regla de que la comida es fría y la cena caliente. En serio, ¿qué clase de regla es esa? (Si eres belga, te juro que te quiero).

Y entonces ¡bum! Los temidos 30. Y la pregunta, directa y sin gracia, me golpea: « Si me quito el currículum, ¿quién soy ?». (Señal de vacío existencial).

Así que tómate un descanso de verano y vete a un refugio de montaña durante dos meses. Trentino. A cargo de cabras y hierbas medicinales.

¿Las cabras ? Se comieron mi ropa.

¿ Las hierbas ? Me hechizaron. Porque ahí fuera, rodeado de hierbas, tormentas y silencio, ocurre algo extraño: me aburro. Y en esta era de hiperproductividad, aburrirse es como estar en otro planeta. Entonces me doy cuenta: las flores silvestres —las que crecen a pesar de todo: frío, calor, granizo, cabras— son las verdaderas filósofas. No viven mucho. Pero viven intensamente.

Entonces me digo: si solo estamos en este planeta cinco minutos, quiero que esos cinco sean intensos, intencionales, vividos plenamente.

Y ese es mi momento salvaje . Ese en el que dejas el asfalto liso para tomar un sendero. Un poco torcido. Un poco resbaladizo. Pero tuyo.

Ah, y para aquellos que buscan el plan de negocios:

• Sí, hice uno.
• Sí, hubo una oportunidad de mercado.
• Pero no, no fue por eso que empezó.

Las startups necesitan muchas cosas. Pero sobre todo: corazón. Fuego. Agallas. Si no, te rindes. Spoiler: ¡no nos rendimos! ;)

prueba aquí nuestra garra

La idea: ¿Y si el ritual del vino, la cerveza, el brindis amistoso… pudiera existir sin alcohol? (También me sirve: mido 1,50 metros y después de dos copas de vino me pongo a bailar cumbia).

Pero no estoy hablando de jugo de pera ni de cócteles azucarados con sombrilla.
No.
Algo realmente bueno. Botánico. Sofisticado. Que te relaja, te abre las narices y te ilumina el cerebro.

Y así comienza la investigación salvaje y desesperada:

• Curso de sumiller
• Un viaje a Copenhague, capital de la fermentación (ya estaban en Marte en 2021)
• Taller de fermentación con Flavio Sacco en Bolonia. Un gurú.

Y ahí, en primera fila, está él. ¿Quién es? Te lo diré la próxima vez. Si no, esto se hace demasiado largo 😄

PD: De ahí nació el nombre Feral . Es un adjetivo para un animal o planta que nació en cautiverio pero regresó a la naturaleza. Eso es Feral: una suave rebelión contra la idea de que el camino recto y trazado siempre es el mejor. Una celebración de la exploración más allá de lo normal , donde el mapa se dibuja a medida que avanzas. Un homenaje a lo que crece en los márgenes, sin permiso, con valentía.

¡Hasta la próxima!
La Madda